martes, 28 de julio de 2015

Imperium (2)

Yo soy la medida de todas las cosas, y mi trabajo consiste en ejecutar. Decido, mando y ordeno. Organizo el cosmos con la sabiduría que me ha sido concedida, que puede ser mucha o poca, pero que -en cualquier caso- es lo que tengo para repartir. Hoy he fundido varias galaxias enteras (puede que algún planeta habitado también) en una roca incandescente que he lanzado a dar vueltas por el abismo, sólo por demostrarme que era capaz de algo así (capaz en términos físicos, moralmente debo admitir que actos más reprobables he cometido).

Es un truco sencillo (fundir galaxias en fuegos de artificio) pero, por eso precisamente, eficaz. Como sacar cordilleras del costado de un planeta, plegar su superficie en dientes de roca; como bañar con radiación sistemas solares enteros, abrasando la vida hasta desinfectarlos por completo; como revolucionar una estrella hasta que entra en fase de super-nova y explota dejando un desgarrón en el tejido de la galaxia. O, incluso, cosas más pequeñas, más de detalle: soplar la brisa de una tarde de verano; dirigir bandadas de pájaros por el cielo; establecer el orden de prelación de las olas hacia una playa; o, también, darle formas caprichosas a las nubes: un cocodrilo; una taza; la cara de un familiar; o un pulsar deshilachándose en corrientes de rayos gamma.

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