Yo
soy la medida de todas las cosas. Lo bueno, lo malo; lo justo, lo injusto; lo
correcto y lo incorrecto. Mi voluntad absoluta es la horma de la realidad. Todo
se pliega ante mis actos. Hoy, hasta las nubes hunden su rodilla en la tierra,
respetuosas, a mi paso. La existencia se mide e interpreta a partir de un gesto
de mi mano. Nada hay si yo no quiero que sea, y es cuanto yo quiero que haya.
Nadie puede sustraerse a este principio, y tú menos que nadie. El universo es una mera
representación de mis designios y, como tal, se encuentra sometido a la fuerza
de mi decisión.
Repetir
como un mantra al menos diez veces al día.
Especialmente
por las mañanas: cuando amaneces y eres indestructible, inquebrantable,
indoblegable, ignífugo, indómito, imbatible, irrompible, e imparable. No
importan las heridas que te llevas al sueño la noche anterior, porque el
amanecer siempre te otorga su coraza.
Pero,
también: en las horas oscuras (que las tienes,
aunque sean las menos).
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