jueves, 1 de junio de 2017

Te he invadido

Te he invadido,
He convertido los “tus” en “nuestros”.
Te he obligado a elegir:
Un lado de la cama,
Un turno de ducha,
Qué película ver.

Miramos juntos el reloj,
Ponemos la lavadora,
Nos acostamos y nos levantamos.
Hasta no hacer nada,
Lo hacemos juntos.

He puesto banderas con mi enseña,
Que ondean junto a las tuyas,
En todos los armarios,
En la nevera,
En el cajón de las toallas.

Salgo a tu lado en los espejos,
En las quejas vecinales,
En las fotos de familia,
En la intimidad que nadie ve.

Pacíficamente,
Te he invadido,
Y tú te has dejado invadir,
Con la docilidad de quien sabe
Que tiene conquistado a su invasor.

martes, 31 de enero de 2017

Corazón que fue líquido

Desierto donde hubo océano,
Piedras, arena, polvo: nada,
Ni una gota de agua.

Corazón que fue líquido,
Hoy está deshidratado,
Seco, quebradizo, hueco.

Marinero me soñaba,
Sin barco, brújula ni mapa,
Soy osamenta blanqueada.

lunes, 19 de diciembre de 2016

Hoy

Hoy mi tarea era buscarte,
Recorrer las calles,
Entrar en todos los bares,
Preguntarte:
¿Dónde estás?
Y encontrarte.

 Hoy mi tarea, sin embargo,
Es mucho más fácil,
Y también más dolorosa,
Preguntarme:
¿Dónde estás?
Y añorarte.

viernes, 18 de noviembre de 2016

Al mismo tiempo

Agarrarte fuerte el culo,
Y, al mismo tiempo,
Morder tu cuello.
 
Juguetear con tus pies,
Y, al mismo tiempo,
revolver tu pelo.

Servirte de colchón,
Y, al mismo tiempo,
Frotar la nariz contra tu pecho.

Penetrarte y penetrarte,
Y, al mismo tiempo,
Arrasar con besos tu boca.
 
Recorrer tu costado con los dedos,
Y, al mismo tiempo,
Causar un terremoto en tu cuerpo.

lunes, 14 de noviembre de 2016

El Rito

Tú eras la suma sacerdotisa
De un culto íntimo y secreto,
Y tu cama era el templo
En el que desnuda oficiabas.

Nuestros cuerpos, por turnos,
Altar votivo y sagrada ofrenda,
Danzaban en alabanza mutua,
Según la liturgia del deseo.

Tu lengua portaba la brasa,
Encendía el fuego ceremonial,
Y cánticos de entrega y fervor,
En una letanía de suspiros.

La bendición de tus manos,
Traía la certeza del paraíso,
La promesa de inmortalidad,
Ungida en oleos benditos.

Me ofrecías beber de tu cáliz,
Y, devoto creyente, bebía de ti,
De tu amor consagrado,
Que hacía santos los besos.

Sangre en la sangre enardecida,
En la comunión de la carne,
Se producía el primer sacramento,
Y derramaba mi fe en tu divinidad.

Todo mi cuerpo ha hecho oficio de echarte de menos

Todo mi cuerpo ha hecho oficio
De echarte de menos.
Te echan de menos mis ojos,
Que no quieren más que mirarte,
Te anhelan mis manos,
Que sirven solo para agarrarte,
Te añora mi piel,
Que contra ti desea frotarse,
Te echa en falta mi nariz,
Quiere aplastarse contra tu frente,
Mis pies te echan de menos,
Buscando el abrazo de tus pies,
Está triste mi cuello,
Esperando tus dientes,
Y mi lengua se rebela y calla,
Ante la ausencia de tu boca,
Te quiere escuchar mi oído,
Reír, hablar, respirar, no es exigente,
Y mi sexo, cabizbajo,
Sueña con volver dentro de ti.